jueves, 24 de diciembre de 2009

Circo. Nilo Espinoza Haro. Lima, Fondo Editorial de la UIGV, 2009. 132 pp.

Hay espectáculos que tienen el particular y sobrecogedor germen de lo excepcional. La literatura —aquella república no platónica y, por eso mismo, comprometida con el ejercicio pleno de la verdad estética— es uno de los espacios idóneos en los que se hurga y muestra tales malabares. El circo es otro, aunque su naturaleza subraya una emoción que estriba en la constante amenaza del error y el peligro. Y es justamente en esta cuerda —tensa o floja— que Nilo Espinoza Haro compone Circo, una colección de cuentos cuyo programa mantiene al espectador en vilo.

Embebido por lo literario y lo circense, el autor arremete contra su público con total desparpajo ficcional. En este escenario, hablar de lo real y lo fantástico es irrelevante y aun de mal gusto. Los animales toman la palabra sin que el peso de la fábula se imponga con la consecuente moralina. Los hechos se narran con su naturalidad real y maravillosa, y revelan un mundo fascinante y extremado, sin piruetas ni acrobacias innecesarias.

Con pinceladas oníricas —aparte del colorido clima que crean las ilustraciones de Lorenzo Osores—, el programa avanza sin reveses, y afirmando que se trata de un libro que no busca aplausos fáciles ni sonrisas gratuitas. El verbo preciso de Espinoza Haro persigue hasta la última frase la intensa satisfacción que procura toda pasión llevada a cabo con total mística. Así, tras el ensayo de rigor, dar el salto mortal como metáfora absoluta del riesgo deviene en la más certera forma de vencer a la muerte.

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